sin protección de testigos  lunes, diciembre 29, 2008

Lo malo del advenimiento de los años nuevos es la inevitable instancia de revisión, en mi caso porque vienen a traer conscientemente a la luz un puñado de cosas que quisiera más bien enterrar de una buena vez. Lo curioso de este año nuevo en particular es que marcará diez años desde la noche de mi accidente y la pérdida de casi todo mi ojo izquierdo. Lo bueno de eso curioso es poder hacer un par de paralelos con mi vida como está ahora.

Yo estaba por cumplir diez años y ni siquiera puedo acordarme de quiénes eran mis mejores amigos entonces. Tan pequeñas era improbable que mis amigas pudieran pasearse por la sala de hospital (más tarde una habitación de clínica aún más inaccesible) donde estaba estancada, pero la compañía de la familia y el montón de chocolates era suficiente para dejarme contenta. Eso y que lo del ojo era un dolor completamente manejable: a lo mejor me falla el recuerdo, pero estoy segura de que cuando me duelen por culpa de las migrañas es mucho peor. Antes de empezar a preocuparme por mi apariencia como lo hago ahora, me molestaba mucho tener que llevar un protector en medio de la cara, especialmente cuando era una improvisada pieza de radiografía cortada y puesta en cono. Además de eso podía levantarme en las noches a jugar en sillas de ruedas, y cerca de medianoche nos encontraba la enfermera y nos regalaba un pedazo de pan con queso para acallar el hambre de la dieta de enfermo. Dos semanas de hospital me dejaron tratando de aprender a caminar solamente con la información de mi lado derecho, de modo de dejar de chocar con las cosas y botar vasos en la cocina.

Ahora se acercaban mis veinte y, con un miedo muy calmado, encontraba consuelo en la idea de tener a mis amigos de visita en el hospital mientras estuviera internada con el vientre abierto. El maquillaje que empaqué cuando me iba era más bien por ellos antes que para mí, y no soportaría haber recibido a nadie con la cara completamente limpia y en ese estado. No esperaba yo que un día antes de todo mis dos mejores amigos decidieran cortar todas las relaciones conmigo, y ambos por una excusa de pelea que en otras circunstancias habría sido solamente anecdótica. Cristóbal tenía el derecho, por supuesto, porque la pelea era directamente con él. Entre todos los secretos que poco a poco fui escuchando de boca de otros, con el pasar de los días fui capaz de entender que él, aunque me hubiera contado tantas veces entre sus incondicionales, no tuviera conmigo la confianza suficiente. Y está bien. Pero nunca me esperé que Carolina fuera capaz de dejarme así, sin motivo alguno, y luego sin explicación hasta ahora. Antes de pensar todo esto, desde luego, en el hospital sentía solamente la soledad en su estado primitivo, y el hormigueo atroz que me hacía querer con todas las ganas del mundo mover las piernas, y la irresponsabilidad de levantarme apenas pude aunque eso podría muy bien haber significado una caída y un desastre. El llanto de la segunda noche de hospital fue solamente el preludio del llanto de todos los demás días, cuando el solo hecho de levantarme de la cama hacía tirar en mí cada fibra de mi vientre y cada recuerdo de los casi-hijos que fueron lanzados a la basura, y cada recuerdo en la cabeza que me hacía todavía extrañar a quienes me dejaron así. Nadie vino a escucharme ni a tratar de curar la pena. Otro par de amigos que creía más lejanos, pero que demostraron ser de lo más comprensivos y amables de todos, lograron hacerme sonreír en otros momentos, cuando me aguantaba la risa para no seguir tirando en las fibras cortadas.

Un par de meses después la herida solamente duele en un par de puntos duros que se me antojan tumbas de mis casi-hijos arrancados, y la herida emocional está casi completamente curada. El problema es que vuelven a la cabeza algunos recuerdos a veces, que las más solamente sirven para remarcar el contrapunto de cómo terminaron todas las cosas: pero aprendo a vivir con ello, aunque todavía hayan cosas inexplicables. Como que, por ejemplo, a Carolina no se le caiga la cara de vergüenza cuando estamos en la lectura y se atreve a saludarme con la mano y con los ojos muy abiertos, como que ella se mereciera que yo la saludara alguna vez más en mi vida. Como que, por ejemplo, esa barrita que nos medía la compatibilidad musical ahora esté más alta que nunca. Como que, por ejemplo, ahora sea mucho más sensible a la condición sexual de mis amigos y todos sean mucho más relajados con el tema y con la posibilidad de usar orejitas de conejo en una celebración. Con todo, haber tenido que pasar por eso sirvió para aprender que incluso la gente a la que más quiero y en quien más confío es capaz de apuñalar así, por la espalda y por el vientre del mismo modo. Lección de vida para aprender a confiar menos, quizás, pero sobre todo a dar lo más posible sin involucrarse tanto para no quedar en medio de situaciones incómodas más adelante en la vida. Yo no sé cuándo dejaré de echar de menos, pero sí hay una cosa mala de este año que no estoy dispuesta a abandonar todavía: el deseo ferviente de que sean ellos los que siempre me extrañen, para que sientan apenas una parte de lo que yo, enrollada en cama y rozando levemente el lugar del crimen, tuve que sentir en la oscuridad. Para eso empezaré de nuevo a prender mis velas por la noche: para pedir cosas lindas, para pedir cosas malas, para sanar las heridas. Para que alguna vez, quién sabe, pueda ver de nuevo por mi lado izquierdo: ya ni me imagino cómo será. Igual como no me imagino cómo sería estar con ellos otra vez. Lo que sería ser una niña de nuevo, antes de que quedara medio ciega, antes de que solamente hubieran caminos difíciles y dolorosos para arreglar los problemas de mi más íntima feminidad.

Creo que lo único que quiero es tener veinte de una buena vez.

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2 Respuestas a “sin protección de testigos”

  1. # Blogger Cristóbal H

    De tener el derecho a réplica, creo que es necesario hacer uso de éste. No creo que pueda olvidarme de ti, todos los buenos momentos, el apoyo a tu manera y mi lejanía implicaron de mucho antes el quiebre en nuestro vínculo. Aun asi, no creo que tengas que tirarle tanto odio y reproches a Carito, quien realmente se merece el adjetivo de noble, por aguantar tanto tu berrinchuda actitud. Me da pena y rabia que una persona con una capacidad de escribir cosas tan hermosas, se haga la víctima y destruya detalles que se agradecen en una vida que aparenta ser tormentosa, pero que ciertamente no es lo que todos ven.

    No responderé nuevamente a tus dichos, Pauly, creo que no corresponde lo que haces con las personas, mas cuando quien está errada eres tú. Que tengas buena suerte con tus amigos y de veras, que recordaré nuestros mejores tiempos.

    Adiós.  

  2. # Blogger Miss Rydia

    Lo copio por si a alguien no le ha quedado claro:

    Tú sabes que te quiero mucho y siempre te voy a querer. Tengo ese defecto y lo sabes, y respeto tu decisión de apartarme de tu vida. Por lo mismo no he vuelto a contactarte, porque no quiero ser yo la responsable de que pases malos momentos. Nunca te he deseado mal y no lo haré. Con todo, Carolina fue la persona más amable y simpática conmigo hasta horas antes de mi operación y nunca oí motivo alguno como para que me quitara el saludo e hiciera como que yo nunca existí, más cuando la única razón de "pelea" que me dio era la discusión que tuve contigo, en la que ella nunca tuvo nada que ver. ¿Tú no crees que eso duele? ¿No crees tú que eso es suficiente para que yo hubiera pasado una semana en cama llorando por sentirme tan sola, cuando mi MEJOR amiga (tanto considerada por mí como denominada ella misma) me dejó así? Cosas como esas logran convertirse en odio dentro de mí y la forma de quitármelo es escribiendo. Solo una vez le escribí las cosas que pensaba y ella no quiso responderlas; por lo tanto, cuando quiero escribir de eso ya no se lo dirijo a ella misma.
    Ahora, mi blog es mío: yo no obligo a nadie a leerlo y escribo lo que yo quiera en él. Como entenderás, lo que escribí lo hice para mí en calidad de evaluación de mi año y con la intención de cerrar capítulos, pero solamente por mí. Se ve que ustedes siguen igual de felices que siempre, que no me extrañan, y que están bien sin mí. Que sigan así las cosas, pero creo que tengo el derecho a decir lo que dije, porque nada de lo que ahí aparece es mentira.
    Eres un buen chico y te deseo lo mejor. A veces me acuerdo de ti y me acuerdo de las ganas que tengo de darte un abrazo, o de que recuerdes que eras tú quien me escribió de puño y letra "recuerda que no me puedes dejar botado por ahí, mijita, mira que sin mis incondicionales del clan Stolen estoy perdido". Espero que alguien haya podido tomar mi lugar, porque lo más que quiero en esta vida es que seas feliz.
    Te pido que no vuelvas a visitar mi blog. No quiero saber que alguien que solía quererme tanto lea con el único pensamiento de que lo que está escrito son berrinches.  

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Yo siempre he querido saber lo que responde la gente en el Quién Quiere Ser Millonario después de que Don Francis dice: "PREGUUUUNTA NÚMERO SIETEEEEEE."

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Tengo veinte años y lo mejor que me pasó en la vida fue haber descubierto el rock. Mi familia dice que lo que escucho es demasiado estridente.

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