Tres por tres miércoles, noviembre 26, 2008
Que se pasen las pulsiones sicópatas es otro problema, porque siempre tengo que andar alimentando eso de saber, simplemente saber, como para recordar en cualquier momento "ah, sí, debe estar haciendo eso, como siempre" o "claro, es que se cortó el pelo hace poco" o algo como "¿en quién pensará ahora?", pero saber es solamente para alimentar las pulsiones, que nunca tienen ni han tenido nada que ver con el dolor/el cariño/el echar de menos. Lo que se echa de menos es culpa de los instintos. Lo de querer y sentir dolor, no tanto. Ahora tengo más fuerza de voluntad que antes y aunque te vea una vez a la semana o una al mes o todos los días, lo mismo las cosas se pasan hasta el punto en que no las necesito. A veces las quiero, desde luego, a veces me acuerdo con eso de las pulsiones, pero ya no son necesidad. La idea de no verte la cara nunca más no es tan terrible como yo pensaba. Desde luego, siempre están los recovecos en el metro, las calles del centro, los espacios más o menos neutros en que quizás nos pillemos alguna vez, y quizás nos saludemos, quizás nos vamos a mirar desde lejos como quien no quiere reconocer a nadie y quizás ni siquiera nos demos cuenta de que andamos otra vez tan cerca. Todo se pasa; las pulsiones un día también se van a pasar. Supongo que entonces solamente te me aparecerás intempestivamente en la cabeza un par de veces al año y cada vez menos, con la nostalgia de los momentos lindos (en algún sentido lindos), y finalmente perdonando que hubieras sido tú quien decidió cerrar la puerta para siempre.
Etiquetas: de mis afectos, ecos de otros, los de adentro, los instintos
esa cuestión sicópata es tan terrible, al final uno queda inoperante :/
cuaaaaaaatico
los d las pulsiones!
...
las pulsiones, qué bueno ponerlo así. Aunque son malditas. Hay calles que están llenas de pulsiones. No sé si es mejor evitarlas o disfrutar masoquistamente esas pulsiones que te hacen estar espectante.