A propósito del veintitrés jueves, abril 24, 2008
Algo debieron hacer mal Cervantes y Shakespeare para que el día en que se murieron los dos se convirtiera en celebración, ¿no? Lo del derecho de autor me tiene más bien sin cuidado, pero está bonito eso de celebrarle un día a los libros. Yo creo que si un día me gano el loto o esas cosas me voy a gastar mucha, muchísima plata comprando libros, porque a la gente de plata lo que más le envidio es eso. Una vez llevé a Felipe conmigo a la biblioteca y mientras él estaba incómodo ahí mirándome (yo, entre otras cosas, le preguntaba que por qué tenía la frente llena de heridas, y no me quiso contestar) yo estaba de lo más feliz tratando de decidir entre algo de Bolaño o de Auster, agachada entre las filitas ordenadas de libros, y me sentía profundamente en paz. Ahora último me compré un librero para instalar los libros que yo tengo, que no son muchos, pero los suficientes para llenar cómodamente dos hileras y tener una vista decente. Y cuando recién me puse a ordenarlos estuve mucho rato siguiendo las reglas alfabéticas (¿Edmundo de Amicis va en la a o en la d?), y me pareció un buen trabajo y me hizo feliz.
Como digo a veces, yo me creo escritora y está en mi futuro publicar muchos libros, o al menos unos pocos de ellos, libros donde estén mis cuentos, libros donde estén las crónicas de los viajes con mis padres, libros donde estén las crónicas de mi familia hereje y otros avatares de mi vida provincial. Por ahora, uno a las celebraciones del día del libro ese volumen tipo anuario en el que salgo publicada (por primera vez en la vida): un volumen con pinta de libro fotocopiado, de tapa blanda y con infinidad de errores por todos lados, pero un volumen donde salen 600 palabras mías. Que me recuerda que escribo porque me gusta hacerlo y no por imposición o por llevar la contra: que escribo porque es parte de mis procesos vitales, y que alguna vez todo eso se va a ver materializado en libros de mi propia cosecha.
Etiquetas: de mis letras, ecos de otros, escritura automática, los de adentro, querido diario
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