Lo reconozco, me hubiera gustado que ella apareciera. Ya saben, que apareciera de pronto la tipa rodeada de todas sus amigotas, seguramente vestida de negro como todas (por un momento me arrepentí de no haber ido con la chaqueta roja), que se sentara en los banquitos a hablar de los calcetines de polar mientras yo me arrimaba al fuego y me llamaran, dijeran todas "¡Paula!" y yo habría tenido que sentarme junto a todas ellas. La tipa y yo nos habríamos medido las caras, las sonrisas, quién tiene el pelo más lindo, quién es más linda en general. Yo insisto en que los diez años de menos me dan, indiscutiblemente, la ventaja, aunque ella tenga un escote mucho más amplio y una barriga mucho menos accidentada. Entonces por ahí la chica querría comenzar a hablar mal de mi novio y él nos miraría desde lejos, con la cara medio descompuesta, pero seguro que eventualmente se habría acercado a llevarme lejos o a interrumpir todo con alguna broma de las que suele inventar. Y yo habría besado con fuerza su boca más de una vez en frente de ella solo para saborear la victoria. (Supongo que ella es una mujer con clase; de no serlo ninguna de las dos, seguro nos habríamos agarrado de las mechas.)
La tipa no apareció, pero sí todas sus amigas y algo conversaron conmigo y creo que estoy en más de una fotografía que debe estar ya en manos de ella, para que busque en mí cada defecto imaginable. Por eso pasé tanto tiempo decidiendo qué ponerme, ¿no?
Etiquetas: de mis afectos, lo de ser mujer, lo que pasa por amarte, los celos, los instintos
0 Respuestas a “”