Si había algo completamente necesario anoche, eso era terminar la fiesta antes de que empezara el show de Kudai, porque a Kudai hay que verlo. Y lo vi. Jaj. Cantaba mejor la tipa que estaba antes, la que se fue porque tenía estrés y quería tener una vida normal (yo sólo quiero ser una niña normal!), y esta colombiana ecuatoriana me dijeron que tiene 23 años, pero veintitrés, y eh... es que no se los encuentro.
Anoche la pasé bien. Me reí harto, a pesar de la franqueza con que la Camily a los tres minutos de haber llegado me dice "tengo hambre, ¿dónde está la comida?", y los esfuerzos de las ridículas amigas que tengo por hacerme bailar reguetón (no lo hice). Me fue a ver harta gente. Hubo algunos con los que no compartí tanto pero es que es difícil repartirse entre treinta personas. Eh, me cantaron cumpleaños, me dieron con la torta en la cara y me entró crema en los ojos, algunos se tiraron a la piscina como yo esperaba, algo comimos, hablamos de las copuchas del esecupé con las niñas de mi curso, Francisco llegó con la cara afeitada a verme (aunque llegó también con su polola, lo que, entre otras cosas, inspiró la rabia de mis amiguis lindas, y estuvieron a puntito de tirarlo a la piscina para vengarse de él, pero las convencí de aguantarse), también llegó el Pollo después de arriesgar el pellejo por las calles oscuras del veinticinco de La Florida y bueh, para mí fue una bonita noche. Aparte que me veía regia. Voy a cumplir dieciocho más seguido.

Entre los regalos se cuentan dos barras de chocolate (porque ya me quieren poner gorda otra vez), una caja de inciensos cuadrados con olor a lavanda, una crema para cuerpo con olor a pera (es una maravilla), una de esas cosas donde se ponen velas flotantes y se ve muy bonita la pantalla, un par de aros que sirvieron para esa misma noche usarlos, un cuaderno con la cara completamente adorable de una ranita, un ramo de flores maravilloso de parte de "los niños del Kenia", que ya los quiero tanto, un mini libro lleno de buenos deseos de parte de mis amigas cagás de la mente que recorrieron todo Santiago ayer, y lo más maravilloso de todo: Madame Bovary en edición encuadernada pero de las buenas, y con unas cubiertas completamente preciosas, que parecen casi bordadas. Todavía no leí ese libro pero la Auska (que me lo regaló) lo ama y dice que lloró mucho con él. Debe ser buenísimo porque de otro modo no creo que alguien se tomaría la molestia de editarlo en una forma tan bonita.

Ahora están dando el Festival. Pero yo soy una hereje y aunque lo tengo a Fito Páez en la tele ahí arribita de mi cabeza, acá abajo lo tengo a John Mayer de sountrack para el post. ¿Por qué me parece que mientras más pasan los días más se alargan los shows del festival? Pero dentro de todo ha estado bueno... creo... no lo vi ayer. Bueh, vi Kudai y vi un pedazo de Cerati con la Romina y Marcos acá (que se quedaron a dormir... o a pestañear de las cuatro a las seis de la mañana cuando se fueron, pero yo ni me di cuenta de eso), porque no tenían metro y era mejor que esperaran a que clareara para volver a sus hogares.

Ah, y hoy me tiré a la piscina. Por primera vez este año y creo primera vez desde... desde marzo del año pasado o alguna cosa por el estilo. Es que generalmente está llena de niñitos, pero a eso de las ocho todavía hacía un calor de puta madre y no había nadie allá abajo, así que partí. Me dio frío rápido, eso sí, y me carga bañarme con una polera (porque tengo un traje de baño improvisado, porque mi hermanita linda, la soldada Dalidet, se llevó la parte de abajo de MI traje de baño y me dejó ahí nomás, así que compramos otro short pero este es rojo, y lo que queda de mi antiguo traje es verde con azul, y eso no pega ni junta, así que hay que usarlo con polera nomás) que más encima se agranda en el agua y pasan cosas raras. Pero me gusta flotar. Es una sensación rica. Quizá mañana, si me da el cuero, me levanto temprano y me voy a broncear un poquito las piernas para solucionar este conflicto que tengo. Una gama de bronceados impresionante a través de mi cuerpo.

En seis días más inauguro mi vida universitaria. Loco, ¿no?

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