Dieciséis sábado, febrero 17, 2007
Ayer llovió. Desperté a eso de las diez y una media hora más tarde me gasté (por primerísima vez) lo último de saldo en el celular. Me asomé afuera para comentar que estaba lloviendo, que qué maravilloso, que echo de menos el invierno. Pero un par de horas más tarde miré mejor y me di cuenta que sí que estaba lloviendo, de verdad, con una cortina de agua maravillosa y por ahí también algunos truenos. Después de la ducha me afané en meter los jeans dentro de mis botas, que estaban convenientemente guardadas arriba del closet, y me metí en mi único chaleco, de color casi púrpura, como los reyes, lista para salir a andar.
Y la verdad es que no pude salir a cantar bajo la lluvia, que ésa era mi idea, pero sí salimos a comer con la familia completita a la Piccola Italia que acaba de abrir a la vuelta... esos cuatro minutos caminando en el frío fueron terribles, eso sí, aunque me hicieron sentir como si de pronto nos hubiésemos saltado cuatro meses, y estuviéramos en lo mejor de Junio o Julio. Y mi parka no me abrigó de nada, porque me vuelve a quedar gigante.
Hoy o mañana me voy a ver Diamante de Sangre. O Cartas desde Iwo Jima. Ayer quería ver una de esas, pero mi hermana chica nada más quería ver eso de Una Noche en el Museo, así que preferí ahorrarme la plata y las abandoné a mi hermana y mi madre en el cine. Antes de ayer pensaba con horror que ya no estoy cumpliendo mi propósito 2007 de ir al cine una vez al mes, pero me acordé de que vimos Volver con mi parcito de profes favoritos. Febrero está que me pasa la cuenta ya.
Ah, y lo otro importante: esta semana he comido todo lo que no me comí durante un año completo, más o menos, y así y todo cuando me subo a la maravillosa pesa de la casa me avisa que bajé dos kilos desde que volví de campamento. Dos Kilos. Desde mayo que pesaba 60 y no subía ni bajaba un gramo. Es curioso cómo las cosas funcionan al revés: igual que alguno de los Aurelianos o José Arcadios, que hacía fiestas todo el tiempo pero aún así ganaba muchísimo dinero en las rifas. Cien Años de Soledad es definitivamente uno de mis favoritos, a pesar de que nunca terminé de entender cómo iba la familia y a distinguir entre tanto hombre llamado igual, que como dijo Clara, clarividente, eso causa confusión en los libros de anotar la vida. Así mismo causa confusión en este rincón mío, que amo.
Etiquetas: querido diario
Ojalá yo pudiera ir todos los meses al cine... pero me dan las 2 lucas de mesada me las gasto en ropa... y asi todos (o casi todos)los meses, no puedo negarlo soy una consumista!! El mall me llama, que horror, y lo peor es que la ultima polera que me compré, la tienen varias cabras... eso es lo malo de los mall, hacen poleras en serie.
Un beso
PD: Creo que no kiero que sea invierno, si ayer me cage de frio, el invierno va a ser horrible, parece que tengo la presion baja ...