La Paula González no puede hacer galletas.

No: no puedo. No tengo idea por qué. Varias veces en mi vida intenté hacerlas, usando un millón de recetas diferentes, pero la verdad es que simplemente no.me.salen. No se cuecen bien, se cuecen demasiado, quedan duras como palo, quedan demasiado blandas, me pasé en la vainilla, tienen sabor a harina, puras cosas terribles como esas.
Reconozco que cada vez cocino menos, con esto de tener una mamá buena onda y una nana que ha aprendido a cocinar al fin, pero si de algo me enorgullezco es de mi "buena mano", como se dice, porque creo que es una cosa un poco hereditaria, que va de madre a hija sólamente por via materna, y me encanta decir que puedo hacer un plato maravilloso con unas pocas instrucciones, que de a poco mi madre se va poniendo vieja y mi abuela ya está demasiado vieja para cualquier cosa, así que tengo que captar toda la información que pueda, lo más rápido que pueda.
Lo que pasa con mi maravillosa capacidad es que funciona sólamente con las cosas saladas. Y por ende no puedo hacer galletas.

Mi vieja no confió en mí ayer y me compró un paquete de Tortalista, versión galletas de navidad (con mezcla para glacé y mostacillas incluidas), que había mirado en menos porque me ofendí, pero hoy me fui a la cocina resuelta a hacerlas de cualquier modo, y aún así no funcionaron.
Las hice muy delgadas, la mantequilla que le puse al metalcito ese no fue suficiente y se pegaron, quedaron duras, y soy un desastre decorando con esas mangas improvisadas. Ahora mi mamá hizo el resto de la mezcla y le quedaron perfectas.

La cosa es que me frustré y necesito decirlo porque qué atroz como es posible que no pueda hacer un par de galletas.

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