In sábado, julio 05, 2008
Me quedan veinte minutos y tengo una excusa de lo más cotidiana, de lo más normal para cruzarme por tu camino hoy, pero me aguanto. Yo no sé si me aguanto por el miedo a que no me haya quedado bien el pelo o por el miedo a que se note la hinchazón o por el miedo a que si te veo después no se me olvide que te vi, pero el hecho es que me aguanto más bien para ahorrarme esto último: a fin de cuentas es todo un juego de contención, de nuevo un juego de contención. Como ese día, aunque tú no lo entendiste.
Pasan los veinte minutos mientras yo me afano tratando de sacarle suficiente jugo a unas naranjas demasiado secas, y entonces me olvido, pero unas doce o dieciséis horas más tarde yo duermo sobre mi lado izquierdo y te me apareces entre todo el otro elenco de gente que tengo en sueños: sé que eres tú por alguna cosa que irradias, quizás por los colores contrastantes que irradias. Entonces despierto y recuerdo eso y de nuevo sé que mi propia mente me traiciona, pero me quedo tranquila porque sé que, bien adentro, a veces te pasan cosas parecidas.
Etiquetas: de mis afectos, escritura automática, los soñados, soltera sin compromiso
Me gusta leer tus cosas -ese era el comentario para el prójimo, ahora viene el egocéntrico- y tal vez sea porque no se parecen a mí. Me dan algo fresco, medio agridulce -yo soy ácida o, de frentón, amarga- que cuesta explicar; como van a ser las 6 y media, no lo intentaré. En todo caso, a lo que iba es a que me gusta leer tus cosas, léase, escritos. Y aunque nunca vayamos a hablar, leo.
Buenos días.
y algo así me ocurrió hace dos semanas, pero creo que soy más débil y no me puedo aguantar las ganas de ver(lo),aunque creo que es más por curiosidad...
y los evangélicos esto o estótro.
María Luisa Bombal escribió alguna vez que dormir sobre el lado izquierdo apretaba el corazón y hacía soñar cosas tristes. Mi abuela también lo dijo, pero casi no sabía escribir.
Saludos.