Y todo acabó  martes, diciembre 19, 2006

Y rendimos la peseú. No, no la PSU, no con ese nombre que suena tan oficial: rendimos la peseú, la prueba esa a la que le tuvimos miedo durante un año completo y bajo cuyo tutelaje tratamos de aprender (y de aprendernos) innumerables datos que, de otro modo, nos parecerían completamente inservibles, todo en aras de conseguir unos tímidos seiscientos y tantos puntitos (o algunos m´s, especialmente los niños científicos) para entrar a la Ú. Nueve meses seguiditos hablamos de la prueba en el colegio, en el mésenyer, a la hora de almuerzo, a la hora del preu (los que fueron; a esa misma hora haciendo nada, los que nos quedamos en casa), para que todo acabara hoy. Y, ¿saben?
Es puro miedo. No es ná tan así, chiquillos.

Hace bastantes meses ya escribí sobre mi poca fe en los preuniversitarios (una cosa que la tuve desde siempre, principalmente porque soy una muchachita que gusta de hacer las cosas a última hora y bajo presión, porque me es más fácil sacar ideas brillantes de estrujarme), y creo que tenía razón: no los necesité. Desde luego, yo creo que también es una cosa de estilos, pero para mí fue importantísimo poder disponer de tiempo libre, tiempo para ordenarme en mi cuarto medio, y seriamente siempre mantuve que estar en clases todo el día, desde las ocho y media de la mañana hasta quién sabe qué horas de la tarde es, por lo menos, poco sano. Por algo estamos en la media cuatro años, chiquillos, para que aprendamos los contenidos como parte de un proceso y no sea una carrera frenética cuando se nos vienen los plazos encima: desde luego hay que repasar, como yo esta semanita pasada con mis parábolas y logaritmos e historia de Chile en general, pero lo importante es mantener la calma. Con todo lo cliché que suena, siempre habrá otra oportunidad para dar la prueba esta. Y, con todo lo más cliché que esto otro suena, la prueba es fácil. Facilísima comparada con los ensayos que le imponen a una en el colegio, y especialmente en los preuniversitarios.

No sé: creo que quería comentarlo. De corazón, gracias a todos los que nos dieron fuerza durante el año y ahora último, también: sin esa presión seguramente nos hubiese ido peor. Pero, para la generación de cuartos que viene, el mensaje que le he repetido a todos mis conocidos: aprovechen los recursos que tienen a la mano y confíen en sus propias capacidades. Sigo pensando en que no, no es necesario entrar a ningún preuniversitario y que se puede hacer... pero entre ayer y hoy contesté 221 preguntas (y omití 4 con las que luché) y a esta hora tengo la cabeza un poco derretida, así que me callaré la boca hasta el ocho de enero cuando veré cuán bien (o cuán mal) estuvo mi performance.

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Yo siempre he querido saber lo que responde la gente en el Quién Quiere Ser Millonario después de que Don Francis dice: "PREGUUUUNTA NÚMERO SIETEEEEEE."

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