Adiós, te dicen... viernes, noviembre 24, 2006
Yo sé que, a pesar de todos mis cambios en el último año, todavía hay una parte de mí que sale a la luz de repente, y me convierto en una insensible de mierda. Es que no puedo ponerme a llorar con la despedida de los profes. Sí, me pican los ojos y cosas así. Me caen algunas lágrimas. Pero... romper en llanto no puedo. ¿Por qué llorar así? Ese llanto atroz yo lo relaciono con la tristeza y si hay algo que me han dado todos esos profesores en estos tres años es felicidad, risas, apoyo, energía, sabiduría, tallas varias... y me voy, sí, me voy y quizás no vuelva, pero me voy con alegría... porque soy una hinchapelotas que se va a ir a meter a la casa de esos profes amados, a conversar de la vida. Creo haber encontrado amigos, amigos de verdad en varios de ellos. Éso es lo que me gusta de mi colegio: la relación humana. Nada de diplomacia, mucho menos conmigo, yo que he blandido la pluma más coloquial del vecindario por tanto tiempo...
La cosa es que algunas estaban berreando de pena. Yo no. Abracé a mi pueblo y le dije: los amo. Los amo y los amo. Por eso me he pasado toda la tarde de hoy haciendo dibujitos en sobres, para cada uno de ellos, para regalarles un par de mis palabritas... y un último recuerdo, uno solito, para que nunca se libren de la Pauly.
Etiquetas: querido diario
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