Qué fuerte, dentro de tres días voy a tener diecinueve años. Y lo que más me preocupa actualmente es que justo cuando me convertí en verdad adicta a una teleserie por primera vez en la vida, resulta que aparece en la esquina el Festival y me cambian mi programa de las ocho por un montón de boberías sobre famosos, y que la alfombra roja y que el vestido que se puso nosequién hizo que matara con las transparencias. ¡Si hasta ahora veo esa teleserie más religiosamente que a mi doctora Polo!
Es que el canal de la universidad me coarta las ganas de ver Lola, ni más ni menos.

(Hubo un momento en la teleserie, poco antes de que me hiciera adicta a ella, en que me sentía tan identificada con Grace que me llegaban a dar escalofríos, y me sentaba en el sillón completamente nerviosa esperando a que nadie se diera cuenta de las tonteras que se me estaban pasando por la cabeza, pero felizmente para mí esa sensación ya se me pasó.)

También hoy vi un chaleco en el mall, muy bonito, pero que yo pensaba que era gris oscuro hasta que vi la etiqueta y decía clarito Brown. Me vino un poco de crisis de identidad. Ya ni me acuerdo de cuánto costaba, pero pensé que era igual a uno magenta que tengo hace como dos años y que está tan lleno de pelusas que no debería ponérmelo más, y quizás logre que en un par de semanas pueda comprarlo. A pesar de que actualmente debo tener doce o trece pares de jeans, creo que tengo algo así como sólo dos chalecos y con tan poco no se puede pasar el invierno.
Bueno, eso y que mi mamá me regaló una camisa de dormir tan bonita y usable que partí a comprarme calzas verde limón para llevarlo en la calle, y eso hice hoy.

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