Mi año nuevo empezó así: en alguna playa de La Serena, porque estoy segura de que tiene millones de nombres aunque sea sólo una gran playa que se extiende bella y sin dunas, un poco más abajo de Cuatro Esquinas y caminábamos más hacia Coquimbo sólo por caminar. En el mar había un barquito con luces que hacían una casita que se apagó antes de que empezaran los fueguitos. Y los fueguitos eran tres: en Coquimbo, en el Faro y un poco más allá, que no sé lo que sería. Bonitos los fuegos, pintorescos...

La nota criolla: En La Serena la gente quema muñecos ensartados con un palo y vestidos con el mejor traje de sus dueños, y seguramente llevan los bolsillos llenos de papeles que dicen cosas atroces que le pasaron a los miembros de la familia (yo que sé, lo que se les ocurra). Por la playa se pueden ver varias hogueras donde se queman estos años viejos, y después se descorcha la champaña y se da vuelta la página sin más.
Desde luego, a veces no funciona, y yo creo que no les funcionó a unos que quemaron un mono en la mitad de un improvisado estacionamiento, porque la llamarada que yo vi parecía una roza de pastos y seguramente se les salió de control.

Los abrazos: sólo los necesarios, los que se entregan a la familia cercana: mi madre me dio los deseos protocolares y también se atrevió a esperar que este año me traiga el tan esperado novio a la vida. Mi prima, la Claudia, me felicitó una vez más (porque lo hizo todo el día) por verme tan feliz y distinta y sabía que este sería mi año, claro que sí.

Las convicciones iniciales: Claro que este es mi año: estoy contenta con la vida, no me hace falta nada terriblemente importante, me tengo fe respecto al futuro universitario y profesional en general, no tengo pena por las etapas que quemé este dosmilseis y estoy lista para lo que venga, cuando venga. Que las ganas no me faltan y soy una persona feliz. Además, no sólo tengo mis ganas sino que también una lista de 31 ítemes imposibles para tratar de seguir (por supuesto sujeta a ulteriores adiciones), y esta vez intentaré tomármelas con un poquito más de seriedad.

La forma loser de empezar el año: Acostándome a las dos y media y jugando Pac-Man y Lady Bug, de esos jueguitos antiguos que habían en los videos de la esquina, aunque sí que me comí las doce uvas y una cucharadada de lentejas (no me alcanzó para tres, que las lentejas son deliciosas pero bastante menos si lo único que tienen es agua) antes de acostarme. Lo de las maletas me dio lata y lo de abrazar a un hombre primero no me funcionó.

El morning after: Esto de alojar en la casa de unos primos con guagua y encima madrugadores hace que a una la despierten los gritos gorgoritos del niño en el primer piso, a pesar de que una esté durmiendo en el tercero, pero las mansardas son buenísimas para amplificar el sonido, algo que confirmé en mi antigua casa, así que a las ocho y media ya estaba funcionándome el cerebro aunque los ojos se negaban a ver y creo que tuve las ojeras más fashion del primero de enero ever. Además de eso, almorcé un huevo frito y haciéndole honor a mi adicción cambié la playa por quedarme chateando y cantando y leyendo el diario, pero eso principalmente porque le tengo una aversión importante a la playa. Y sí, estoy en La Serena, pero es LA playa que me gusta, pero para pasear y mirar, y no para tomar sol o meter las patitas en el agua porque después quedan llenas de arena y atroz.

Pero lo bueno es que: en el 2002, si recuerdo bien, un señor viejito me leyó el tarot acá mismo, en La Recova, y me hizo numerología y me dijo que el 2004 y el 2007 iban a ser mis años buenos, el 2007 siendo el principal, y yo le creo porque no me acuerdo mucho de lo que me dijo pero el 2004 fue buenísimo comparado con el año inmediatamente anterior, a pesar de que ya no estaba en scout y creo que eso habría hecho una tremenda diferencia, y de cualquier modo estoy en un estado tan maravilloso últimamente que no se me ocurre cómo podría ser malo lo que siga.

Y el primer pensamiento morboso del año es: Se dice que alguien grabó la ejecución de Saddam Hussein con su teléfono, o sea que lo grabó enterito y no se saltó el momento de la verdad como los de la tele, y yo lo quiero ver, a pesar de que generalmente no lo haría ni loca, pero es que me llama la atención. Ah, pero al menos me enteré de que cuando cuelgan a alguien el cuello se quiebra inmediatamente, y menos mal, porque yo pensaba que lo único que pasaba con esa ejecución es que te dejan ahí hasta que te ahogas por la falta de aire y eso es mucho más cruel. O sea pienso yo que si se quiebra el cuello algo pasa con los nervios y hay una desconexión más rápida. Pero me acuerdo de una película que vi hace poco y que era atroz, The Magdalene Sisters, y ahí una mujer que estaba media loca intentó ahorcarse pero evidentemente el cuello no se le quebró. Quizá tenga que ver conque saltar no es lo mismo que caerse sin más. Pero en fin. Me siguen mostrando viejos muertos en la tele, después vendrá Fidel y voy a terminar de traumarme porque no me gustan los muertos.

Pero ya ven, mi primero de enero está siendo bastante movido hasta ahora y eso, indudablemente, debe de ser una señal.

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