Respóndale a Kafka  martes, septiembre 05, 2006

La cosa es que en Literatura con Pato Hidalgo este hombre nos hizo leer la Carta al Padre de Kafka (sí, Carta al Padre, porque Carta a mi Padre es totalmente distinto) y después nos puso a creernos Hermann Kafka (el papá) y que le respondiéramos a Kafka mismo.

Acá está lo que yo escribí.
Lo entretenido de ese curso es que es Libre Disposición de primeros y segundos medios. Yo voy en cuarto y se nota a la legua que escribo... ochocientas mil veces mejor que los alumnos de allá... no creo que por edad, pero por vocación, se me ocurre, el punto es que se produjo un silencio fuerte cuando terminé de leer mi carta (MUY mal escrita y con varias redundancias por todos lados, porque no la revisé), Pato me dijo "excelente, excelente", lo que no había pasado nunca, y en fin, creo que eso me subió el ego literario.

Ahora la tipée y la pongo acá antes de que Pato Hidalgo mismo la ponga en la página del Altamira.

---------------

Hijo, hijo:

Hay golpes en la vida, hijo... hay golpes de aquellos que se reciben en silencio y se guardan embotellados dentro, por años, en espera de algún crepúsculo tranquilo para volver a sentirlos, para dolerlos, para curar las cicatrices. Hay golpes que le dejan a uno con un gusto amargo en la boca, gusto ahogado por la presión y el trabajo, hijo, hay golpes invisibles como los que tú me cuentas.

Yo lo dije y lo mantengo: yo siempre te he querido. Es cierto que te quiero y también es cierto que quizás lo mostré poco, porque jamás supe cómo disimular lo que otros... no es que crea que otros padres simulen ese cariño, que críen a sus hijos bajo la mayor de las hipocresías; apenas creo que, durante mi propia vida, fueron escasas las demostraciones de amor que recuerde haber recibido, y por eso, no llevo dentro ningún germen que me impulse a dar lo que yo no recibí. No, por el contrario; yo fui el niño que tuvo que salir por los pueblos con el carretón antes de los siete años, el que dormía apiñado con los demás en un cuarto pequeño y húmedo, oscuro. Yo fui el niño que tuvo que aprender a ser agradecido por poder masticar una patata inmadura: en nuestros tiempos, lo más importante no era recibir amor, sino salvarse de la angustia. El padre era, hijo mío, el que salvaba a su prole de aquella miseria; por eso era él el padre y se le debía un respeto, y quizás no supe entender, más de mayor, que las cosas no funcionarían de la misma forma contigo.

No considero un error el haberme sacrificado toda mi vida para darte lo que yo no tuve. Supe que quería que tu infancia fuese mejor que la mía incluso antes de que nacieras. Te quiero, hijo, y por eso fui capaz de trabajar hasta desfallecer a la madrugada, con tal de que tuvieras una estancia cómoda en la vida, de que nunca sintieras las necesidades que yo sentí. Yo no pensé, entonces, que necesitases más que aquello, que quizás hubieses preferido que te tomara en brazos al saludarte, que te regalase una sonrisa. Mi alma envejecida y atareada no me permitieron pensarlo, y por eso siempre recriminé lo que me parecía ingratitud de tu parte, el no reconocer mis esfuerzos por darte una vida desahogada. Por eso me pareció que había que castigarte, a veces. Por eso colgaba los tirantes en el respaldo de la silla para amenazarte. Porque era yo quien me sentía amenazado, abandonado y atacado por ti y tu indiferencia. Porque me herías el orgullo y, a veces, me hacías desencantarme de mi propio hijo, que quería fuera mejor, muchísimo mejor que yo. No podía aceptar que hubiese un camino que yo no hubiese contemplado para lograrlo.

Me gustaría que recordases, y esto te lo pido encarecidamente, que jamás he intentado hacerte sentir inferior a mi persona. Como ya dije, mi mayor anhelo para ti era verte convertido en un hombre mejor de lo que yo soy, igual como quería mi propio padre conmigo. Por eso jamás dudé en utilizar las estrategias que heredara de tu abuelo para tu enseñanza. Nunca se me había ocurrido que te sentirías pequeño y enclenque a mi lado, hijo, no me gusta que tengas miedo de mí. Quizás mi error ha sido no darme cuenta de tu aparente inferioridad. Nunca he querido aplastarte bajo el peso de lo que soy. Por el contrario, me hubiese gustado haberte servido de ejemplo a seguir, haber sido un padre que te inspirara alegría y orgullo, que en las tardes, antes de dormir, hubieses cerrado los ojos pensando “qué bueno es mi padre, espero poder ser como él”. Nunca se me ocurrió que sólo lograría hacerte sentir inferior... como una versión muchísimo más pequeña, contaminada de mí mismo.

Lo único que quiero hacerte saber, hijo mío, es que reconozco haber sido imprudente y no haber previsto todos estos problemas, imposibles de solucionar en este punto de la vida. Me gustaría haber podido leer esta carta antes, hijo. Me gustaría haber escuchado tus críticas antes para haber cambiado mis métodos, para hacerte alguien mejor. Quizás no estuvieses tan atemorizado de mí si lo hubieses hecho. Me llamo a mí mismo culpable, hijo, culpable de no haberte enderezado cuando aún era tiempo.

Etiquetas:

1 Respuestas a “Respóndale a Kafka”

  1. # Anonymous Anónimo

    Te envio un poema que escribí a mi amada:
    "Princesa.
    Después de la conversación de ayer viernes en la noche, me puse a pensar y me di cuenta de algo muy importante, me haces ser así, contigo me nace este ser nuevo, atractivo, profundo, temerario, amante. Me llevas por caminos de fantasía y sueños, creyendo en un futuro nuevamente, creyendo en la Felicidad. Te emocionas al leer mis correos?, más me emociono yo al escribirlos y darme cuenta que mi alma atormentada se ha liberado, ha renacido, andaba como un zombie por la vida arrastrando mis recuerdos y nostalgias, como cadenas en mis pies, mis alas estaban cortadas, heridas, sangrantes....con la visión nublada, fija, sin vida, sin horizonte, rodeado de un ambiente místico, etereo, rellenando mis espacios con trabajo, suplantandome la vida con la no vida, sin sentirme respirar, perdido. Todos pasaban por mi resbalándose o chocando en esta coraza impenetrable de desinterés. Y llegaste tu, un día cualquiera sin avisar, sin prepararme, sin condiciones, que tímida y sigilozamente me observaste, me sondeaste discretamente, me miraste en lo más profundo de mi corazón y me hiciste caer perdidamente en esta locura de amor. Ahora el que te debe la vida soy yo, no me agradezcas todavía pues no te he dado lo suficiente, pues quiero darte TODO de mi, como lo quiero TODO de ti. tu cuerpo, tu amor, tu alma. Que me ames más que a nadie en tu vida, que creas que no existió nadie antes que yo, ni siquiera despues, que no viviste hasta sentir mis labios y mis manos en tu cuerpo... que no respirabas aire, sino sueños, lo cuales ahora se te hacen realidad descubriendo la intensidad de los sentimientos verdaderos. que te sientas feliz por sentir dolor y extrañar mi aliento. Llora, dejate llevar porque esas lagrimas son mias, me pertenecen como tu ser, llora de alegría pues has tenido la suerte de muy pocos de encontrarse con tu alma gemela, que se complementa contigo para navegar abrazados en las aguas del futuro, sientiendote protejida sin miedo a explorar los vastos caminos de lo desconocido, sin temor a caer pues sabes que tienes a tu lado el que te recogerá y caminará alzandote entre sus brazos traspasando el umbral del ocaso....amandote."
    ¿que piensas?
    Un abrazo.  

Publicar un comentario


my dirty hands are mined.

Yo siempre he querido saber lo que responde la gente en el Quién Quiere Ser Millonario después de que Don Francis dice: "PREGUUUUNTA NÚMERO SIETEEEEEE."

No, pero en serio

Tengo veinte años y lo mejor que me pasó en la vida fue haber descubierto el rock. Mi familia dice que lo que escucho es demasiado estridente.

Los archivos

Créditos

código base: GeckoandFly

inspiración: liz lubowitz

Pocos fans, pero buenos


...yo misma soy mi #1 fan.

Y todo lo demás

The Out Campaign: Scarlet Letter of Atheism
Soy atea y no tengo problema alguno en admitirlo (aunque eso implique usar As mayúsculas antiestéticas).

Creative Commons License
Este blog es publicado bajo una licencia Creative Commons :).