Estoy feliiiiiiiiiz.
Eso es todo lo que debería decir, en verdad. Pero es que en serio, lo estoy. Ayer salí. No salgo nunca. No me gusta, creo. Pero anoche fue excelente, increíble, extraño, vergonzante, movido (más para el resto, porque me negué a bailar). Bieeen. Aunque los detalles me los guardo... sólo diré que canté en dueto una canción de Sin Bandera (jajaja qué ridiculez) y otra de Natalia Oreiro y otra de la Paulina Rubio. Eso a falta de la legendaria canción de Pimpinela, porque dijo el tipo encargado de los karaokes que estaba mala y mostraba una letra ná que ver. Pero alguna vez la cantaremos, claramente.

En casa estamos entrando en esa etapa de asombrosa fertilidad: mi hermana tiene seis semanas de embarazo y la novia de mi hermano tiene cinco. Mi hermana no está feliz. O sea, dice que asume el cacho. Pero todavía no lo quiere. La Cata, por otra parte, está ultrafeliz, a juzgar por la forma en que se reía anoche cuando llegué a alojar a su casa. Y mi viejo me dice que falto yo, ¿qué se cree? Jajajaja. Que sea lo que sea, nomás. Igual es chistoso.

Y hoy basureé a mi mejor amigo, porque no me gustó su cuento por cliché y poco trabajado, pero a él lo quiero igual, aunque me haga esperarlo quince minutos. Si yo sé que soy mala persona... somos, en conjunto...

Pucha, me excuso por el post completamente incoherente, pero es que estoy cansada y tenía la necesidad imperiosa de escribir.

Etiquetas: los instintos, querido diario, retrato familiar, soltera sin compromiso