Everyday my diva miércoles, junio 06, 2007
Isidora, chiquilla:
Hay gente inolvidable y hay gente como tú. A veces el tiempo se me escapa
de las manos y, una vez más, aquí me encuentro, recordándote
y recordando nuestra amistad, a ya dos años de haberte ido. ¡Han
pasado ya dos años! A veces ni yo me lo creo, ¿y sabes por qué?
Porque sigo recordándote todos los días, y todos los días
encuentro un motivo para reírme en silencio, porque eso es lo que provocas
en la gente, amiga. Eras un compendio de risas. Una mujercita increíble
que yo creía tímida y ubicada por la vida, hasta que te vi bailar
sobre las mesas. A quien le cuente de lo que fuiste le cuento lo de la mesa.
Yo no me atrevería. Pero ésa soy yo. Tú sí que podías,
y sigo admirando esa capacidad tuya para sorprenderme con las locuras que maquinabas,
y yo te miraba divertida.
A veces te extraño porque quisiera contarte muchas cosas. Poco antes
de tu muerte te involucré en los pormenores de mi ridícula vida
amorosa de entonces (los amoríos de dieciséis años son
una cosa de temer). Me hubiera gustado que estuvieras entre mi público
el día en que le conté a todas las demás niñas acerca
de mi primer beso y estaba como loca con la cabeza entre las nubes. Eso después
de haber estado volando entre sueños por cuatro meses, igual que como
estabas tú con ese muchachito tan amoroso, ¿te acuerdas? Él
también te echa de menos. Todas lo hacemos.
No sé qué decirte, Isi, cielos, excepto que te extraño
muchísimo y que me encanta haberte conocido. Me encanta recordarte y
enorgullecerme de haber tenido una amiga tan maravillosa como tú, que
espero no me esté mirando desde el cielo, porque me moriría de
vergüenza por el cuadro aburridísimo que debo de estarte pintando.
Pero espero que estés bien, ¿eh?, y que donde andes no exista
Transantiago que te estrese, ni cáncer que te complique la vida y la
supervivencia de tus pobres uñas (me gustaban cuando estaban pintadas
de colores estrambóticos, y tú en clases de quién sabe
qué cosa en un pijama suavecito y de color claro). Sólo espero
que nos volvamos a encontrar por ahí y que tengamos suficiente tiempo
para relatarnos el resto de nuestras vidas. Por ahora, lo que nunca supe de
ti lo tejeré con mis historias y te recrearé en mi mente para
no olvidarte, Isi, aunque eres más que inolvidable. Eres una de las mujeres
más bellas que conocí y quiero quererte siempre, en la memoria,
en la palabra. Felices dos años allá arriba. Ya nos encontraremos
alguna vez.
I love you so much it hurts sometimes, but it’s a lovely pain.
Cheers from Earth,
Pauly.
Etiquetas: la muerte, tradición desviada
Es rara coincidencia que yo estoy escribiendo una entrada acerca de muerte y sentí un impulso a leer tu blog antes de hacerlo.
Creo que es hermosa la amistad que aun mantienes con la Isi, y nada, la muerte no existe, la gente se muere cuando la olvidas, asi que tu amiga siempre está contigo, y no lo escribo como típico cliché que todos te dicen que te va a acompañar a cada hora y bláh, lo escribo porque estoy seguro de que asi es...
No me has contado el asunto ese de las mesas, y eso que viniste hoy a mi casa.